23.50 10 junio 2010
Posted by eltoquedeseda in Terapia.Tags: Club Bilderberg, familia, grupo terapia, Jamal Windfall, Malos tratos, psiquiatría, Terapia, Trastorno límite personalidad, trastorno personalidad
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Qué viento sopla en la soledad del mundo
Para que yo me acuerde de los seres queridos
23.50 horas.
Llegamos a casa Fl., F., Mibello y yo. Nuestro perro no ha resistido tanta presión y, ante el egoísmo de sus dueños, empeñados en arrastrar al grupo terapeútico de los jueves a todo amigo o pariente que se preste, ha mostrado su disconformidad con un mensaje orgánico rematado elípticamente en mitad del pasillo.
Si hay alguien interesado en obtener información acerca de los temas que se tratan en las sesiones del Club Bilderberg, este no es su blog.
En cambio, si puedo informar que en nuestro pequeño grupo de taradosencantadosdehaberseconocido, hoy, en el orden del día se han tratado asuntos tales como: los malos tratos -en diferentes modos, formas y escalas-, los traumas infantiles, la delincuencia epistolar, la incomunicación horizontal, los divorcios a lo loco, la anorexia express, la enfermedad del sueño rural y el trastorno narcisista del occipital orbital.
Lo que hago constar a los efectos oportunos.
Spotify: Bilderberg Hotel/Jamal Windfall
Fumando espero 26 May 2010
Posted by eltoquedeseda in Terapia, Vida y obra.Tags: baja laboral, Bette Davis, Evaluación médica, grupo terapia, Medicación, Nina Simone, Premio Donostia, psiquiatría, Suicidio, Trastorno límite personalidad, Xeristar
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Nunca pensé que volvería a fumar con esta violencia. Me despierto en mitad de la noche y si no me queda tabaco, me fumo las colillas que dejé a medias en el cenicero. Rollo Bette Davis, peluca incluida, en el backstage del Premio Donostia. Es un ansia sin ansiedad, como comer pipas. Fumo porque fumo. Sin placer ni explicación.
Quiero dejar de fumar de la misma forma que quiero seguir fumando. Y así no se puede.
Y mientras fumo, los días se consumen: atento a que los 60 mg. diarios de Xeristar contaminen mi sangre, lleguen hasta mi cerebro y provoquen la recaptación de toda esa serotonina que he ido perdiendo por el camino de Swan; esperando a que llegue la carta de la Inspección de la SS.SS. -que se ha olvidado de mí-, mientras me aproximo peligrosamente al parte de baja número 52, límite que establece la ley para los periodos de baja por enfermedad; deseando ser poseído por la fuerza y la voluntad, propia o ajena, y ponerme a practicar deporte de una vez; discerniendo que dieta voy a hacer, rápida y eficaz, que aleje de mí este contorno que no me pertenece; decidiendo que me produce más pereza, si la mopa o la aspiradora, mientras observo atónito desfilar con grácil levedad esferas que juraría haber capturado ayer; dudando sobre qué escribir en este blog, haciendo de la parálisis trascendental una peculiar y patológica forma de actividad.
Spotify: Don´t smoke in bed/Nina Simone
Dr. Pedro Bustelo 21 May 2010
Posted by eltoquedeseda in Terapia.Tags: Ataques de pánico, Depresión, Dr. Pedro Bustelo, Fundación Cazabajones, Insomnio, psiquiatría, Terapia
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Un hallazgo. Una joya. Una mina.
Gracias a la Fundación Cazabajones por su encomiable labor.
Xeristar 21 May 2010
Posted by eltoquedeseda in Suicidio, Terapia, Vida y obra.Tags: Estress laboral, Fluoxetina, Insomnio, Medicación depresión, Psicología. Suicidio, psiquiatría, Terapia, Trastorno límite personalidad, trastorno personalidad, Xeristar
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Ayer comencé a tomar Xeristar. Una cápsula de 30 mg. durante tres días en el desayuno combinada con una cápsula de Fluoxetina a la hora de comer. A partir del cuarto día, una cápsula de 60 mg. de Xeristar durante el desayuno combinada con una cápsula de 20 mg. de Fluoxetina a la hora de comer. Quince días después, la Fluoxetina saldrá de mi sangre habiendo prestado honrosamente sus servicios.
Esta vez, he recurrido a los muchos foros que hay en la red y he recopilado una muestra representativa de los miedos, angustias, adhesiones, insurgencias y desconfianzas que genera en los pacientes un cambio en su medicación. Por alguna razón importante, que ahora no soy capaz de recordar, mantendré el anonimato de los apóstatas. Y también la de los creyentes.
Una conclusión clara puede extraerse del primer sondeo: el mundo prefiere seguir las indicaciones de su carnicera y continuar desconfiando de su psiquiatra.
Os dejo también un vídeo con la aportación de la Fundación Cazabajones. Nunca un nombre fue tan preciso.
Testimonios + Vídeo educativo sobre los peligros de la auto-medicación:
Yo lo he tomado durante más de un año y no me hacía absolutamente nada. Al final en diciembre el psiquiatra me cambió a otro que no empecé el tratamiento porque se me murió mi amiga y me daba todo igual. Total me han cambiado tantas veces de medicación,llevo 4 años y no mejoro en absoluto. Es una pena pero los psiquiatras no saben nada * |
MUJER, NO SE PUEDE GENERALIZAR…. tAMBIÉN A VECES HAY PACIENTES DIFICILES A LOS QUE CUESTA ACERTAR EL TRATAMIENTO… TAMBIEN ES VERDAD QUE LAS DESGRACIAS NUNCA VIENEN SOLAS… SE TE JUNTAN DISGUSTOS, PÉRDIDAS Y PROBLEMAS Y NI EL MEJOR PSIQUIATRA DEL MUNDO TE HACE NADA. * * |
yo mismo la depresión y ansiedad que tengo en el cuerpo y me ha recetado Xeristar. Pero leyendo vuestros comentarios, me da un poco miedo, yo lo que necesito es dormir y decis que da insomnio. Por favor que alguien me diga realmente si voy a dormir o no porque ya me esta creando mas ansiedad de la que tenia.
*
He tomado muchísimos antidepresivos y entiendo que te de miedo cambiar. Estoy tomando Xeristar un año, primero de 60 y despues de 30. Me ha ido bastante bien y mañana iré al médico para empezar a suprimirlo. Siento decirte que también engorda aunque los médicos digan que no. Pienso que el problema con los antidepresivos todos no es que no vayan bien, es que cuando dejas de tomarlo el nivel de serotonina vuelve a disminuir y otra vez te encuentras fatal. No es una buena medicación, ya te digo ningún antidepresivo. Cambia las cosas de tu vida que puedas cambiar y asume las que no puedas cambiar; mientras tanto un psicólogo te ayudará.
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Volver 20 May 2010
Posted by eltoquedeseda in Suicidio, Vida y obra.Tags: Alan Ladd, baja laboral, Carlos Gardel, Concha Buika, grupo terapia, Insomnio, Malos tratos, Manuel Rodríguez Rivero, Pesadilla, psiquiatría, Raíces profundas, Suicidio, Trastorno límite personalidad, trastorno personalidad, Violeta Parra
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La huida es uno de los más frecuentes motivos literarios. Se huye de un peligro o de un cautiverio, pero también de una persona o de una situación: de una familia, de un país, de la explotación, del acoso, de la intolerancia, del deber. Uno puede escaparse poniendo tierra (o mar) de por medio, pero también puede huir hacia dentro: mediante la imaginación y la fantasía, mediante el arte, mediante la droga, la locura, el suicidio. El juicio acerca del que huye varía según las circunstancias y el punto de vista: puede ser un héroe, como el que salta el muro de Berlín, o un cobarde, como el automovilista que sale zumbando tras atropellar a un muchacho en una calle sevillana. Lo que parece claro es que, tras cada huida, hay un intento de encontrar la felicidad. O de restablecerla.(…)
Manuel Rodríguez Rivero. «Marcharse a por tabaco». El País, 19/05/2010.
Esta mañana he vuelto a pintar con mi padre. Mibello y yo estamos acondicionando el balcón hasta convertirlo en un jardín. Lo pintaremos de blanco por dentro, crecerá el galán de noche y la lavanda, pondremos el suelo de madera y colocaremos una mesa y dos sillas. El suelo lo compramos el sábado. Losetas de 40×40 de madera tratada de aspecto anfibio, tal como eran las cajas de naranjas cuando yo era chico. Una madera tosca de color claro con leves reflejos -verdes aquí, grises allá- dispuesta en lamas, como palés en miniatura. A primera hora he comprado un tinte de color nogal y mi padre y yo, brocha con brocha, se lo hemos dado en su taller. Mañana ya estará seco. Mi padre pasa ya de los 70 y hace tiempo que se jubiló. Aunque alguna vez se dedicó también a la fabricación, su oficio siempre ha sido lacador y restaurador de muebles. Ahora, para entretenerse, de vez en cuando, acepta algún encargo de fuera y alguno de dentro. Por dentro, se entiende a mibello y a mí y a mis hermanas.
Mi padre y yo hemos estado muy distanciados durante al menos 20 años. Alguno más diría yo. Ahora solo estamos distanciados de una manera tradicional, rural: con los silencios y las barreras propias de quienes han sido educados en el autismo emocional. A él su padre -alcohólico y furibundo- y a mí, él: introvertido, distante, silencioso, despótico y cruel.
Tuvimos una edad de plata cuando yo aún era muy niño. Quizás hasta mis diez u once años. Entonces yo lo quería mucho: todavía era capaz de sentir su protección y su bonhomía.
Una vez me llevó al cine a ver Superman, otra vez me compró un libro -yo elegí uno con poemas y dibujos de Lorca de la editorial Bruguera- y los sábados, cuando veíamos la tele a oscuras en el salón, yo me apoyaba en su hombro. Mi padre olía a serrín y a disolvente. Siempre en batín.
En ese tiempo, yo ya estaba sumido en la culpa y, cuando me orinaba en la cama por las noches, lo llamaba a él bajito –!pápaaaaaaaa, pápaaaaaaa!-para que viniese a cambiarme. Él, entonces, todavía no me pegaba. Yo temía despertar a mi madre. A ella le tenía mucho miedo.
Un recuerdo más: era sábado y en la tele ponían «Raíces Profundas». Mi padre ha sido y es muy aficionado al western. Parte de esa educación sentimental la heredé yo. La película cuenta la historia de un pistolero deseoso de olvidar su sangriento pasado que llega por casualidad a una granja del lejano oeste. Se queda a trabajar en ella. Establece una estrecha relación con el hijo de los granjeros, que ve en él al hombre decidido y valiente que no es su padre. Finalmente, ante el acoso del cacique local que desea expulsar a la familia de sus tierras, se ve obligado a empuñar el revolver. En la escena final, él cabalga como un héroe trágico alejándose hacia las montañas, mientras el niño grita su nombre.
Cuento todo esto, por dos razones. Me identifiqué tanto con el niño de la película que cuando terminó yo lloraba avergonzado. Debía tener 8 o 9 años y recuerdo con claridad el pudor que sentía y como trataba de ocultar las lagrimas. También recuerdo que me enamoré de Alan Ladd, el actor protagonista. Un amor fraternal y homosexual a un tiempo, confusamente edípico, que sabía a agua.
Ya entonces intuía que mostrar las emociones y los sentimientos era, en mi hogar, un signo de debilidad y de afeminamiento, fuente de burla y reprobación.
Fui creciendo y los conflictos se recrudecieron. Yo muté hasta convertirme en un adolescente rebelde, insolente y desafiante. Él redobló la disciplina e incorporó la brutalidad. Me obligaba a trabajar en su taller pretendiendo redimirme y yo me negaba. Me revolvía. Mi madre ejercía de acicate. Frente a la diáspora, mano dura. Y el insulto y la humillación. Y mi respuesta: siempre extrema, desintegradora, autolesiva.
Yo me marché de casa a los 20 años. Roto, culpable, herido. El odio nunca me dejó escapar. El fuego cruzado, haciendo de la intifada una forma de adhesión, fue el modo de seguir perteneciendo a mi familia a través de la violencia.
El año pasado, aquí en mi salón, mis padres se enteraron de mi intento de suicidio. Mi hermana pequeña desenterraba la memoria familiar frente a dos ancianos maltrechos que decían no recordar nada. Esta conversación, tanto tiempo aplazada, devino en un escenario de frustración y perplejidad. Un diálogo patético, cargado de sordidez, en el que mi padre mantuvo que «Siempre había estado orgulloso de mí» y que él «Siempre me había visto muy bien».
Al recordarle que durante años mantuvo en público y en privado -alimentado mi culpa y mi dolor- que yo era un mal hijo y un mal hermano, que les avergonzaba, que me mostraba superior a ellos, que nunca los había cuidado ni querido; él, contestó : «Bueno, eso son cosas que se dicen.»
Mañana volveré a ver a mi padre. Queremos lacar las puertas del piso. Ahora que hace buen tiempo.
Spotify: Volver a los 17/Violeta Parra
Mochales 16 marzo 2010
Posted by eltoquedeseda in Prensa/Noticias.Tags: Enrique Mochales, Estress laboral, grupo terapia, Homosexualidad, La fragilidad de la porcelana, Literatura, Medicación, psiquiatría, trastorno personalidad
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Entrevista al escritor Enrique Mochales
ABC, Sección Cultura, 13.03.2010
«No me tema, no soy un peligro, sólo una persona»
Ya en el cole me lo decían: «Mochales estás mochales», «Mochales, loco», claro que también me decían maricón…
VIRGINIA RÓDENAS
Ya en el cole me lo decían: «Mochales estás mochales», «Mochales, loco», claro que también me decían maricón…
-Pero Platón elogia: «lo que es grande ocurre en la locura».
-Puede ser. De hecho, si empezamos a hablar de filosofía y la relacionamos con la mitología te das cuenta de que todo se basa en locos, lo mismo que sucede en el cristianismo con los apóstoles, que estaban locos. Realmente ocurrían cosas extrañas porque tenían la región del limbo llena de mariposas, por decirlo de alguna manera. Es una idea, pero también creo que es una realidad.
-¿Cuando empezó «lo suyo», cómo sucedió?
-En el año 88, con la construcción de un edificio público con el que comparto muro; llegaban a trabajar a las 6,30 de la mañana y ya no cesaba el ruido… También empezó con una amiga con la que hacía el amor y que abortó, con llamadas anónimas a mi casa que nadie se creía y en las que una voz muy baja me decía obscenidades todo el rato, continuamente… Hubo más detonantes… Por eso creo que mi esquizofrenia, o como la llaman ahora «trastorno esquizo-afectivo», fue reactiva. Yo creo que todas las esquizofrenias lo son.
-¿Qué síntomas le hicieron pensar que estaba enfermo?
-Intenté mirar la realidad desde un millón de puntos de vista diferentes.
-¿Y qué veía?
-Cosas, pero no me decidía a seguir por el sendero que yo tenía que escoger. Era como si en un camino hay varias bifurcaciones y te vas a recorrerlas todas, te desdoblas y tienes que tener mucha experiencia para no descomponerte.
-Los propios investigadores dicen que la esquizofrenia es un misterio, ¿también para usted?
-No. Es un misterio el cerebro, pero la esquizofrenia no, sólo es una palabra médica que van sustituyendo por «bipolar», «esquizoafectivos»… La esquizofrenia podría solucionarse si se decidiesen a hablar de una vez por todas médicos americanos con europeos y africanos, con las cosas de los antiguos y otras que no están al alcance de mi entendimiento.
-¡Hombre, éste es un poeta!
-¿Sintió miedo?
-Terror, pánico. Al principio no te atreves a hacer nada y cuando las cosas se ponen difíciles empiezas a ver que todo el mundo a tu alrededor está tan o más loco que tú. Entonces sientes más miedo.
-¿Se encontró solo?
-Muy solo y muy acompañado.
-¿Cómo vivió en psiquiátricos?
-Sintiendo cómo cierran la puerta y te echan el cerrojo.
-Ahora presume de libertad, ¿no será peligroso?
-No me tema. Tampoco soy inane: sólo soy una persona.
-«¿Quién tendría una relación con un enfermo mental?». Lo pregunta su protagonista.
-Mucho. Problemas para trabajar y para ser aceptado incondicionalmente por mis amigos, salvo cuando están desesperados y me dicen «te quiero».
—¿Algún plan para el futuro?
—No tener planes.
—Una última curiosidad, ¿a los locos les interesa la política?
—Mucho. Pero los políticos deberían acercarse más a la gente corriente y expresarse más claro y no con ese lenguaje críptico y metapolítico que usan sobre todo en elecciones.
—Oiga, ¿y tanto interés no será ya un síntoma de trastorno?
—Podría ser.
Spotify: Se equivocó la paloma/Carmen Linares
Yo como tengo mi dosis, ya estoy tranquilita 10 marzo 2010
Posted by eltoquedeseda in Terapia, Vida y obra.Tags: Elontril, Estress laboral, grupo terapia, Medicación, Noctamid, Ohlala, Orfidal, Peggy Lee, psiquiatría, Terapia, Trastorno límite personalidad, trastorno personalidad, Victoria Abril
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Yo también. Debajito de la lengua. Ya voy comulgando. ¡Qué tranquilidad! Ahora ya, ahora quiero comulgar.
Spotify: It’s a wonderful world/Peggy Lee
Conciencia 4 marzo 2010
Posted by eltoquedeseda in Suicidio, Terapia.Tags: Estress laboral, grupo terapia, Malos tratos, psiquiatría, Suicidio, Terapia, Trastorno límite personalidad, trastorno personalidad
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Esta noche, durante el tercer cuarto del grupo de los jueves, ha hablado Pedro.
Lúcido, sensato, humano. De una humanidad desarmante. Y me ha nombrado. Ha dicho que yo, en parte y no sé de qué manera, le he ayudado a comprender los motivos que pudieron inducir a su hijo al suicidio. He estado a punto de perder pie. Por primera vez, casi me abandona mi penúltimo personaje.
Ha hablado también de la culpa y de la responsabilidad. Dos de los grandes temas. Y de padres y de hijos. Del desconocimiento y de la terquedad con que nos tratamos. Ha dicho más cosas, con ese déjà vu suyo tan elegante y esa timidez tan masculina y tan coqueta. Pero ahora no las recuerdo.
A mi izquierda, R. ha hablado también de luto y de tristeza. Su hijo se suicidó hace unos meses.
Habrá sido por esto o por lo otro. Por que el día ha sido largo y fatigoso. Por el calor que hacía en la sala o por que ya tocaba. De pronto me he visto. He salido de mí y por un momento he tenido conciencia de las cosas que han ido pasando, de los años vividos. Por primera vez he visto al enfermo indefenso.
Mibello y yo hemos acercado a P. y a su mamá a su casa. Después hemos dejado a Ana en la suya. Y aún me ha dado tiempo a pasar por casa de mi hermana antes de volver a subirme al coche y ponerme a llorar.
Spotify: Shampoo/Elvis Perkins