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23.50 10 junio 2010

Posted by eltoquedeseda in Terapia.
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Qué viento sopla en la soledad del mundo
Para que yo me acuerde de los seres queridos

Tristan Tzara

23.50 horas.

Llegamos a casa Fl., F., Mibello y yo. Nuestro perro no ha resistido tanta presión y, ante el egoísmo de sus dueños, empeñados en arrastrar al grupo terapeútico de los jueves a todo amigo o pariente que se preste, ha mostrado su disconformidad  con un mensaje orgánico rematado elípticamente en mitad del pasillo.

Si hay alguien interesado en obtener información acerca de los temas que se tratan en las sesiones del Club Bilderberg, este no es su blog.

En cambio, si puedo informar que en nuestro pequeño grupo de taradosencantadosdehaberseconocido, hoy, en el orden del día se han tratado asuntos tales como: los malos tratos -en diferentes modos, formas y escalas-, los traumas infantiles, la delincuencia epistolar, la incomunicación horizontal, los divorcios a lo loco, la anorexia express, la enfermedad del sueño rural y el trastorno narcisista del occipital orbital.

Lo que hago constar a los efectos oportunos.

Hôtel de Bilderberg, Oosterbeek, Países Bajos.

Spotify: Bilderberg Hotel/Jamal Windfall

Fumando espero 26 May 2010

Posted by eltoquedeseda in Terapia, Vida y obra.
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Nunca pensé que volvería a fumar  con esta violencia. Me despierto en mitad de la noche y si no me queda tabaco, me fumo las colillas que dejé a medias en el cenicero. Rollo Bette Davis, peluca incluida, en el backstage del Premio Donostia. Es un ansia sin ansiedad, como comer pipas. Fumo porque fumo. Sin placer ni explicación.

Quiero dejar de fumar de la misma forma que quiero seguir fumando. Y así no se puede.

Y mientras fumo, los días se consumen: atento a que los 60 mg. diarios de Xeristar contaminen mi sangre, lleguen hasta mi cerebro y provoquen la recaptación de toda esa serotonina que he ido perdiendo por el camino de Swan; esperando a que llegue la carta de la Inspección de la SS.SS. -que se ha olvidado de mí-, mientras me aproximo peligrosamente al parte de baja número 52, límite que establece la ley para los periodos de baja por enfermedad; deseando ser poseído por la fuerza y la voluntad, propia o ajena, y ponerme a practicar deporte de una vez; discerniendo que dieta voy a hacer, rápida y eficaz, que aleje de mí este contorno que no me pertenece; decidiendo que me produce más pereza, si la mopa o la aspiradora, mientras observo atónito desfilar con grácil levedad esferas que juraría haber capturado ayer; dudando sobre qué escribir en este blog, haciendo de la parálisis trascendental una peculiar y patológica forma de actividad.

Spotify: Don´t smoke in bed/Nina Simone

Dr. Pedro Bustelo 21 May 2010

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Un hallazgo. Una joya. Una mina.

Gracias a la Fundación Cazabajones por su encomiable labor.

Xeristar 21 May 2010

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Ayer comencé a tomar Xeristar. Una cápsula de 30 mg. durante tres días en el desayuno combinada con una cápsula de Fluoxetina a la hora de comer. A partir del cuarto día, una cápsula de 60 mg. de Xeristar durante el desayuno combinada con una cápsula de 20 mg. de Fluoxetina a la hora de comer. Quince días después, la Fluoxetina saldrá de mi sangre habiendo prestado honrosamente sus servicios.

Esta vez, he recurrido a los muchos foros que hay en la  red  y he recopilado una muestra representativa de los miedos, angustias, adhesiones, insurgencias y desconfianzas que genera  en los pacientes un cambio en su medicación. Por alguna razón importante, que ahora no soy capaz de recordar, mantendré el anonimato de los apóstatas. Y también la de los creyentes.

Una conclusión clara puede extraerse del primer sondeo: el mundo prefiere seguir las indicaciones de su carnicera y continuar desconfiando de su psiquiatra.

Os dejo también un vídeo con la aportación de la Fundación Cazabajones. Nunca un nombre fue tan preciso.

Testimonios + Vídeo educativo sobre los peligros de la auto-medicación:

Hola de nuevo, hacía unos cuatro o cinco meses que no entraba en el foro, más o menos el tiempo que llevo tomando Vastat. La cuestión es que me daba bastantes molestias, aparte de haber engordado (tampoco ha sido mucho y aparte estaba muy delgada pero bueno), pues he ido a la siquiatra y me ha cambiado a XERISTAR, me ha dicho que es super bueno, super nuevo…..super todo…pero vamos, que no sé si creerle, xq hasta ahora he probado paroxetina y vastat y nada. Alguien toma o ha tomado XERISTAR? Os agradecería mucho las opiniones, porque cada vez que me dan algo nuevo me da un miedo…..
Un besito y gracias!

*

Yo lo he tomado durante más de un año y no me hacía absolutamente nada. Al final en diciembre el psiquiatra me cambió a otro que no empecé el tratamiento porque se me murió mi amiga y me daba todo igual. Total me han cambiado tantas veces de medicación,llevo 4 años y no mejoro en absoluto. Es una pena pero los psiquiatras no saben nada

*

MUJER, NO SE PUEDE GENERALIZAR…. tAMBIÉN A VECES HAY PACIENTES DIFICILES A LOS QUE CUESTA ACERTAR EL TRATAMIENTO… TAMBIEN ES VERDAD QUE LAS DESGRACIAS NUNCA VIENEN SOLAS… SE TE JUNTAN DISGUSTOS, PÉRDIDAS Y PROBLEMAS Y NI EL MEJOR PSIQUIATRA DEL MUNDO TE HACE NADA.

*
yO CREO QUE HA DE SER UNA MISMA LA QUE SE PROPONGA SALIR DE LA DEPRESIÓN, LOS MEDICAMENTOS SOLO AYUDAN, COMO UNA MULETA PERO LUEGO, HAY QUE CURRARSELO , RODEARSE DE GENTE POSITIVA, OBLIGARSE A SALIR DE CASA, DAR UN ESPACIO PARA LA CREATIVIDAD.CUANDO UNA MUJER NO CREA….ESTÁ MUERTA POR DENTRO.UN ABRAZO BEARGO.

*

yo mismo la depresión y ansiedad que tengo en el cuerpo y me ha recetado Xeristar. Pero leyendo vuestros comentarios, me da un poco miedo, yo lo que necesito es dormir y decis que da insomnio. Por favor que alguien me diga realmente si voy a dormir o no porque ya me esta creando mas ansiedad de la que tenia.

*

He tomado muchísimos antidepresivos y entiendo que te de miedo cambiar. Estoy tomando Xeristar un año, primero de 60 y despues de 30. Me ha ido bastante bien y mañana iré al médico para empezar a suprimirlo. Siento decirte que también engorda aunque los médicos digan que no. Pienso que el problema con los antidepresivos todos no es que no vayan bien, es que cuando dejas de tomarlo el nivel de serotonina vuelve a disminuir y otra vez te encuentras fatal. No es una buena medicación, ya te digo ningún antidepresivo. Cambia las cosas de tu vida que puedas cambiar y asume las que no puedas cambiar; mientras tanto un psicólogo te ayudará.

*

HOLA A TODOS !!
SEGUN LA PSICOLOGA PADEZCO UN TRANSTORNO OBSESIVO COMPULSIVO, Y EL MEDICO ME HA RECETADO XERISTAR,ALGUIEN LE OCURRE LO MISMO ??
MUCHAS GRACIAS Y SALUDOS,

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LLEVO 14 DIAS TOMANDOLAS Y ES CIERTO QUE ME HAN TRANQUILIZADO BASTANTE PERO AUN ESTOY UN POCO TRISTE, NO SE CUANDO EMPIEZAS A ENCONTRARTE + FELIZ.MUCHISIMAS GRACIAS, CHAO

*

hola perdonar mis faltas de ortografias YO tomo xeriestar para mi si es bueno pero por q engordaran tanto estos tratamientos? yo tomo xeriestar lesatil sertralina neutintil otras para dormir y una gotas q no recuerdo nose si son decmil o algo a si todo el dia tomando medicacion y yo cada bez peor pero esas pastillas si son buenas ala ves q te trankilizan te dan animos

*

es lo mejor q e oido en tienpos pero yo tengo una situacion bastente mala me separe ace un año por malos tratos mi marido se llebaba amis 3 hijos los finer de semana en esos dias yo intentaba descansar el masimo ademas no tenia ganas ni de lebantarme luego al año bolbimos pero yo ya avia canviado mucho no era yo por q pase muchas cosas malas yo sola en mi casa y ya nada fue igual el noto mi cambio me ingresaron y al otro dia me dijo me boy y me llebo alos niños por q no te veo capaz de cuidarlos . de piedra mekede tanto q no pude ni contestarle si no es por los medicamentos melos llebaba a todos a el y a su familia por delante me encuentro sola me gustaria encontrar a gente q tome lo mismo q yo yo tengo trastorno osesivo conpulsibo con crisis de ansiedad y trastorno de la personalidad besossssssssssssssssss para todos y todasssssssss

*

Hola a todas! llevo como dos semanas tomando xeristar y he notado que tengo mucha falta de deseo sexual, mi pareja está desesperada, puede ser de las pastillas o simplemente por la depresión? gracias!
*

pues yo lo tomo desde el domingo. Tengo un sueño espantoso y muchos calambres o escalofríos, no sé como definirlos. Además me siento como si me quedara una semana de vida pero dicen que eso es solo al principio..Mi psiquiatra me recetó MEDIA dosis después del primer día, ya que lo llamé asustada porque me iba a dar literalmente ALGO. Los temblores me sacaban de mi y tenía la mente empanada. He perdido el apetito, eso sí. Tengo menos ansia por comer.

Lo sigo tomando porque confío en que me hará bien, si sigo así, hablaré con el psiquiatra y lo dejaré.

Pasa que yo nunca he tomado antidepresivos y no sé qué es lo que se siente cuando te hacen efecto.

Yo no quiero estar todo el día durmiendo, porque por eso mismo fui a visitarme porque no quería levantarme nunca y ahora bostezo continuamente…

Espero que te vaya mejor que a mi.

*

Bueno os cuento , llevo tomando xeristar tres semanas, la verdad es que me lo a mandado el otorrino para tratarme un problema de acufenos, me a dicho que me ira muy bien, la verdad es que me zumban bastante menos, pero duermo fatal, me crean insonio. Me tomo la pastilla de la noche y al ratito estoy que me muero de sueño, me acuesto y a las dos horas ya no puedo dormir, todo es dar vueltas para un lado y otro. A parte de eso no consigo llegar en las relaciones al orgasmo me quedo siempre sin poder correrme.

Por otro lado parece que me encuentro mejor,aunque tengo miedo a que me enganche y luego no pueda quitarmelas, el medico me a dicho que no tendre problema en dejarlas,soy portador del virus de la hepatitis c y no queria tomar nada por si acaso me sentaba mal para el higado,aconsejarme si podeis.

Volver 20 May 2010

Posted by eltoquedeseda in Suicidio, Vida y obra.
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La huida es uno de los más frecuentes motivos literarios. Se huye de un peligro o de un cautiverio, pero también de una persona o de una situación: de una familia, de un país, de la explotación, del acoso, de la intolerancia, del deber. Uno puede escaparse poniendo tierra (o mar) de por medio, pero también puede huir hacia dentro: mediante la imaginación y la fantasía, mediante el arte, mediante la droga, la locura, el suicidio. El juicio acerca del que huye varía según las circunstancias y el punto de vista: puede ser un héroe, como el que salta el muro de Berlín, o un cobarde, como el automovilista que sale zumbando tras atropellar a un muchacho en una calle sevillana. Lo que parece claro es que, tras cada huida, hay un intento de encontrar la felicidad. O de restablecerla.(…)

Manuel Rodríguez Rivero. «Marcharse a por tabaco». El País, 19/05/2010.

Esta mañana he vuelto a pintar con mi padre. Mibello y yo estamos acondicionando el balcón hasta convertirlo en un jardín. Lo pintaremos de blanco por dentro, crecerá el galán de noche y la lavanda, pondremos el suelo de madera y colocaremos una mesa y dos sillas. El suelo lo compramos el sábado. Losetas de 40×40 de madera tratada de aspecto anfibio, tal como eran las cajas de naranjas cuando yo era chico. Una madera tosca de color claro con leves reflejos -verdes aquí, grises allá- dispuesta en lamas, como palés en miniatura. A primera hora he comprado un tinte de color nogal y mi padre y yo, brocha con brocha, se lo hemos dado en su taller. Mañana ya estará seco. Mi padre pasa ya de los 70 y hace tiempo que se jubiló. Aunque alguna vez se dedicó también a la fabricación, su oficio siempre ha sido lacador y restaurador de muebles. Ahora, para entretenerse, de vez en cuando, acepta algún encargo de fuera y alguno de dentro. Por dentro, se entiende a mibello y a mí y a mis hermanas.

Mi padre y yo hemos estado muy distanciados durante al menos 20 años. Alguno más diría yo. Ahora solo estamos distanciados de una manera tradicional, rural: con los silencios y las barreras propias de quienes han sido educados en el autismo emocional. A él su padre -alcohólico y furibundo- y a mí, él: introvertido, distante, silencioso, despótico y cruel.

Tuvimos una edad de plata cuando yo aún era muy niño. Quizás hasta mis diez u once años. Entonces yo lo quería mucho: todavía era capaz de sentir su protección y su bonhomía.

Una vez me llevó al cine a ver Superman, otra vez me compró un libro -yo elegí uno con poemas y dibujos de Lorca de la editorial Bruguera- y los sábados, cuando veíamos la tele a oscuras en el salón, yo me apoyaba en su hombro. Mi padre olía a serrín y a disolvente. Siempre en batín.

En ese tiempo, yo ya estaba sumido en la culpa y, cuando me orinaba en la cama por las noches, lo llamaba a él bajito –!pápaaaaaaaa, pápaaaaaaa!-para que viniese a cambiarme. Él, entonces, todavía no me pegaba. Yo temía despertar a mi madre.  A ella le tenía mucho miedo.

Un recuerdo más: era sábado y en la tele ponían  «Raíces Profundas». Mi padre ha sido y es muy aficionado al western. Parte de esa educación sentimental la heredé yo. La película cuenta la historia de un pistolero deseoso de olvidar su sangriento pasado que llega por casualidad a una granja del lejano oeste. Se queda a trabajar en ella. Establece una estrecha relación con el hijo de los granjeros, que ve en él al hombre decidido y valiente que no es su padre. Finalmente, ante el acoso del cacique local que desea expulsar a la familia de sus tierras, se ve obligado a empuñar el revolver. En la escena final, él cabalga como un héroe trágico alejándose hacia las montañas, mientras el niño grita su nombre.

Cuento todo esto, por dos razones. Me identifiqué tanto con el niño de la película que cuando terminó yo lloraba avergonzado. Debía tener 8 o 9 años y recuerdo con claridad el pudor que sentía y como trataba de ocultar las lagrimas. También recuerdo que me enamoré de Alan Ladd, el actor protagonista. Un amor fraternal y homosexual a un tiempo, confusamente edípico, que sabía a agua.

Ya entonces intuía que mostrar las emociones y los sentimientos era, en mi hogar, un signo de debilidad y de afeminamiento, fuente de burla y reprobación.

Fui creciendo y los conflictos se recrudecieron. Yo muté hasta convertirme en un adolescente rebelde, insolente y desafiante. Él redobló la disciplina e incorporó la brutalidad. Me obligaba a trabajar en su taller pretendiendo redimirme y yo me negaba. Me revolvía. Mi madre ejercía de acicate. Frente a la diáspora, mano dura. Y el insulto y la humillación. Y mi respuesta: siempre extrema, desintegradora, autolesiva.

Yo me marché de casa a los 20 años. Roto, culpable, herido. El odio nunca me dejó escapar. El fuego cruzado, haciendo de la intifada una forma de adhesión, fue el modo de seguir perteneciendo a mi familia a través de la violencia.

El año pasado, aquí en mi salón, mis padres se enteraron de mi intento de suicidio. Mi hermana pequeña desenterraba la memoria familiar frente a dos ancianos maltrechos que decían no recordar nada. Esta conversación, tanto tiempo aplazada, devino en un escenario de frustración y perplejidad. Un diálogo patético, cargado de sordidez, en el que mi padre mantuvo que «Siempre había estado orgulloso de mí»  y que él «Siempre me había visto muy bien».

Al recordarle que durante años mantuvo en público y en privado -alimentado mi culpa y mi dolor- que yo era un mal hijo y un mal hermano, que les avergonzaba, que me mostraba  superior a ellos, que nunca los había cuidado ni querido; él, contestó : «Bueno, eso son cosas que se dicen.»

Mañana volveré a ver a mi padre. Queremos lacar las puertas del piso. Ahora que hace buen tiempo.

Spotify: Volver a los 17/Violeta Parra

Los chicos del coro 26 marzo 2010

Posted by eltoquedeseda in Trabajo, Vida y obra.
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El miércoles, fuimos C. y yo a revisión médica a la Inspección de la Seguridad Social. La cita me fue calando, mar adentro, hasta que a las 5 de la mañana una ola me despertó: ¡plás! Ya no pude dormir. Me levanté y paseé al perro. Tomamos -es un decir- un café corto descafeinado con sacarina apoyados en la ventana del bar. Pasó entonces el señor gordo con chándal que cada mañana, camino del trabajo,  se para a intentar iniciar una amistad con mi perro. El perro lo ignora y él se queda allí preguntándome: «¿Qué edad tiene?», «¿Cómo se llama?», «¿El flequillo le deja ver?»,  «¿Es muy nervioso?». Nunca sabe como irse. Aguanta un poquito más reincidiendo sobre esto o aquello hasta que al final, no le queda otra que despedirse. En tan solo tres mañanas se ha convertido en mi desconocido favorito. Deseo su amistad de una manera infantil, como un colegial al que cambian de centro, sale al recreo e instintivamente reconoce a un igual.

Después fuimos a poner gasolina y a lavar el coche. Una mala educación no solo provee de traumas y trastornos, sino también de esos pequeños pudores civilizadores que nos empujan a presentarnos limpios en los sitios importantes.

Recogí a C. y fuimos embragando -es un decir- hasta la capital. Alojamos el coche en el parking y nos presentamos al encierro. Tres informes, tres. Una doctora y un enfermo. Se abre el portón y comienza la lidia.

En esta revisión, la tercera, me enfrentaba a un nuevo facultativo. Ya no se trataba de rubias astifinas educadas en la ética del mérito, el aguante y el trabajo duro -para los otros- y la comodidad de trabajar en el centro y poder realizar ágilmente tus compras -para ellas-. Esta vez se trataba de un ejemplar joven, aparentemente dócil, pero que embestía cuando menos te lo esperabas. De ejecución limpia y finas hechuras.

Entró amablemente, para seguidamente, señalarme que llevaba demasiado tiempo de baja. Que lo normal en un caso como el mío era un periodo de seis meses. Que cuando se superaba ese periodo había que entender que la situación se estaba cronificando y que solo cabía seguir tomando la medicación e incorporarse. Que los trastornos de personalidad son para toda la vida y que hay aceptarlo como el que «tiene gota». Que se trata de dolencias crónicas -¡y dale!- que no se iban a solucionar estando de baja.

No hablé mucho, solo dije «¿Y si estoy enfermo, qué hago?». «Bueno -me dijo-, si de lo que se trata es de un trastorno adaptativo agravado con un trastorno ansioso-depresivo tal como pone en los informes, la solución pasa por dejarse el trabajo y buscar otro».

En otros tiempos, me hubiese liado a dar muletazos hasta que el presidente me hubiese tenido que dar el segundo aviso. Incluso habría entrado a matar, a pesar de mi mala colocación. Pero ya no.

Pensé que lo que tuviese que hacer lo haría en otra plaza y vestido de corto. Agotando la vía administrativa o, en su caso, la judicial. Pensé en decirle si ella firmaría mi alta médica en contra de tres informes psiquiátricos a los cinco minutos de conocerme. Pensé en preguntarle qué tipo de trabajo estaría ella dispuesta a realizar si por enfermedad no pudiese desarrollar el suyo. Pero era inútil.

Finalmente, a modo de advertencia, me dijo: «Te doy unos días más. Pero como estás fuera de plazo, el ordenador te irá citando antes cada vez». El ordenador, no veas.

Mientras la doctora me hablaba recordé una escena de Glee: el chico popular, supuestamente, ha dejado embarazada a la chica popular. El chico popular, capitanea el equipo de fútbol americano; la chica popular, capitanea al laureado equipo de cheerleaders del instituto. Ellos están perdiendo el liderazgo en el centro por su incorporación al coro -reducto de minorías y marginados- y por los problemas derivados del embarazo de ella y el sentimentalismo de él. Acuden al despacho de la orientadora -personaje que sufre, al menos, dos trastornos de personalidad- y le piden ayuda para recuperar la popularidad. La popularidad, para quien la ha tenido, lo es todo.

Pensé en mi doctora y en sus años de formación. Cogiendo apuntes de manera pulcra y ordenada. Pasándolos a limpio cada tarde, a cuatro colores. Utilizando el subrayado con mesura, y dando pequeños toques de amarillo fluorescente solo allí donde se le antojaba imprescindible. Siendo puntual y asistiendo a todas las clases. Licenciándose a tiempo. Preparando las oposiciones en la biblioteca, cada mañana y cada tarde, con pequeños descansos para tomar un café cortado en la cafetería. Sin demorarse. Llegando a casa a las 8.30 horas. Acostándose a las 11.00 horas. Saliendo a dar un vuelta los sábados con su novio, para despejarse. Con la preocupación constante de aprobar la oposición con nota suficiente para elegir destino cerca de casa. «Ahora que los pisos están baratos, antes de que vuelvan a subir». Y ahorrar y trabajar. Y reproducirse. Y ser feliz.

Pensé en cuantas chicas como ella había conocido a lo largo de los años. A las que pedía apuntes cuando me fugaba las clases. A las que no veíamos más que cuando las necesitábamos. Hormiguitas que algún día, palito a palito, treparían en el hormiguero.

Y cuando hablamos de mi enfermedad y mi recuperación y ella me dijo, sin aspavientos, con naturalidad, que en la vida «cada uno vale para lo que vale» y que hay gente -refiriéndose a mí- «de psicología débil» que no puede enfrentarse a según que cosas o desarrollar ciertos trabajos, entendí que la venganza se había consumado. Entendí que ahora yo, era uno de los chicos del coro.

Glee Club

Spotify: Don’t Stop Believin’/Glee: the music

Abriendo la correspondencia 16 marzo 2010

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«Fue Ezra Pound quien dijo que cuando en una carta se escribe de amor, debemos saber que se hace siempre con la misma fórmula acordada originalmente para hablar de dinero.»

Las correspondencias

Pedro G. Romero

Remitente:

SECRETARÍA DE ESTADO DE LA SEGURIDAD SOCIAL

INSTITUTO NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL

OFICIO

S/Ref.

N/Ref. 03-100121235-12/06/2009

Fecha 08/03/2010

Asunto: Cita para evaluación médica

En relación a la prestación económica por incapacidad temporal que usted viene percibiendo, le convoco en el lugar y fecha abajo indicados, a fin de efectuarle el pertinente reconocimiento médico, necesario para el control y seguimiento de la situación de incapacidad.

Lugar: CL MÉDICO PASCUAL PÉREZ 28

Localidad: ALACANT-ALICANTE

Día: 24/03/2010 Hora: 10:15

Asimismo le informo que deberá acudir con el Documento Nacional de Identidad (DNI) y la documentación clínica que obre en su poder, relacionada con su enfermedad o lesión de origen de la incapacidad. indicándole que la información sanitaria que usted aporte será tratada por nuestro personal médico con todas las garantías de confidencialidad e intimidad exigidas por la normativa vigente.

El Jefe de Sección del Control de la Incapacidad Temporal

Fdo.:…………………………….

Pedro G. Romero

Spotify: Duerme/Josh Rouse

Mochales 16 marzo 2010

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Entrevista al escritor Enrique Mochales

ABC, Sección Cultura, 13.03.2010

«No me tema, no soy un peligro, sólo una persona»

Enrique Mochales

Ya en el cole me lo decían: «Mochales estás mochales», «Mochales, loco», claro que también me decían maricón…

VIRGINIA RÓDENAS

Ya en el cole me lo decían: «Mochales estás mochales», «Mochales, loco», claro que también me decían maricón…

-Pero Platón elogia: «lo que es grande ocurre en la locura».

-Puede ser. De hecho, si empezamos a hablar de filosofía y la relacionamos con la mitología te das cuenta de que todo se basa en locos, lo mismo que sucede en el cristianismo con los apóstoles, que estaban locos. Realmente ocurrían cosas extrañas porque tenían la región del limbo llena de mariposas, por decirlo de alguna manera. Es una idea, pero también creo que es una realidad.

-¿Cuando empezó «lo suyo», cómo sucedió?

-En el año 88, con la construcción de un edificio público con el que comparto muro; llegaban a trabajar a las 6,30 de la mañana y ya no cesaba el ruido… También empezó con una amiga con la que hacía el amor y que abortó, con llamadas anónimas a mi casa que nadie se creía y en las que una voz muy baja me decía obscenidades todo el rato, continuamente… Hubo más detonantes… Por eso creo que mi esquizofrenia, o como la llaman ahora «trastorno esquizo-afectivo», fue reactiva. Yo creo que todas las esquizofrenias lo son.

-¿Qué síntomas le hicieron pensar que estaba enfermo?

-Intenté mirar la realidad desde un millón de puntos de vista diferentes.

-¿Y qué veía?

-Cosas, pero no me decidía a seguir por el sendero que yo tenía que escoger. Era como si en un camino hay varias bifurcaciones y te vas a recorrerlas todas, te desdoblas y tienes que tener mucha experiencia para no descomponerte.

-Los propios investigadores dicen que la esquizofrenia es un misterio, ¿también para usted?

-No. Es un misterio el cerebro, pero la esquizofrenia no, sólo es una palabra médica que van sustituyendo por «bipolar», «esquizoafectivos»… La esquizofrenia podría solucionarse si se decidiesen a hablar de una vez por todas médicos americanos con europeos y africanos, con las cosas de los antiguos y otras que no están al alcance de mi entendimiento.

-Lacan la definió como «la forclusión del nombre del padre».

-¡Hombre, éste es un poeta!

-¿Sintió miedo?

-Terror, pánico. Al principio no te atreves a hacer nada y cuando las cosas se ponen difíciles empiezas a ver que todo el mundo a tu alrededor está tan o más loco que tú. Entonces sientes más miedo.

-¿Se encontró solo?

-Muy solo y muy acompañado.

-¿Cómo vivió en psiquiátricos?

-Sintiendo cómo cierran la puerta y te echan el cerrojo.

-Ahora presume de libertad, ¿no será peligroso?

-No me tema. Tampoco soy inane: sólo soy una persona.

-«¿Quién tendría una relación con un enfermo mental?». Lo pregunta su protagonista.

-Mucho. Problemas para trabajar y para ser aceptado incondicionalmente por mis amigos, salvo cuando están desesperados y me dicen «te quiero».

—¿Algún plan para el futuro?

—No tener planes.

—Una última curiosidad, ¿a los locos les interesa la política?

—Mucho. Pero los políticos deberían acercarse más a la gente corriente y expresarse más claro y no con ese lenguaje críptico y metapolítico que usan sobre todo en elecciones.

—Oiga, ¿y tanto interés no será ya un síntoma de trastorno?

—Podría ser.

Spotify: Se equivocó la paloma/Carmen Linares

Yo como tengo mi dosis, ya estoy tranquilita 10 marzo 2010

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Yo también. Debajito de la lengua. Ya voy comulgando. ¡Qué tranquilidad! Ahora ya, ahora quiero comulgar.

Spotify: It’s a wonderful world/Peggy Lee

Conciencia 4 marzo 2010

Posted by eltoquedeseda in Suicidio, Terapia.
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Esta noche, durante el tercer cuarto del grupo de los jueves, ha hablado Pedro.

Lúcido, sensato, humano. De una humanidad desarmante. Y me ha nombrado. Ha dicho que yo, en parte y no sé de qué manera, le he ayudado a comprender los motivos que pudieron inducir a su hijo al suicidio. He estado a punto de perder  pie. Por primera vez, casi me abandona mi penúltimo personaje.

Ha hablado también de la culpa y de la responsabilidad. Dos de los grandes temas. Y de padres y de hijos. Del desconocimiento y de la terquedad con que nos tratamos. Ha dicho más cosas, con ese déjà vu suyo tan elegante y esa timidez tan masculina y tan coqueta. Pero ahora no las recuerdo.

A mi izquierda, R. ha hablado también de luto y de tristeza. Su hijo se suicidó hace unos meses.

Habrá sido por esto o por lo otro.  Por que el día ha sido largo y fatigoso. Por el calor que hacía en la sala o por que ya tocaba. De pronto me he visto. He salido de mí y por un momento he tenido conciencia de las cosas que han ido pasando, de los años vividos. Por primera vez he visto al enfermo indefenso.

Mibello y yo hemos acercado a P. y a su mamá a su casa. Después hemos dejado a Ana en la suya. Y aún me ha dado tiempo a pasar por casa de mi hermana antes de volver a subirme al coche y ponerme a llorar.

Spotify: Shampoo/Elvis Perkins